Le quedaron debiendo a la cultura

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Cierra el año y en el aire queda un cuestionamiento profundo hacia las instituciones de cultura que contrataron los servicios de trabajadores escénicos y que incumplieron en los pagos, en las condiciones de trabajo y en las formas de contratación. Incumplieron también las promesas del cambio a favor de los más.

Desde mediados del año empezaron a surgir exigencias de reconocimiento por el trabajo realizado en distintas secretarías de Cultura, desde la Federal, la de la CDMX, la de Chihuahua, Chiapas, Jalisco y Morelos, por mencionar unas cuantas. Tanto los artistas como las compañías realizaron su trabajo por adelantado, con sus propios medios, y las secretarías de Cultura les dieron largas y largas hasta que el pasado 23 se presentaron a las afueras del Palacio Nacional, en “la mañanera”, para exigir sean atendidas sus legítimas demandas.

Es inaudito que las instancias gubernamentales lleven de 10 a 3 meses de atraso en los pagos y que, si no es por una movilización, todo seguiría en la oscuridad. La falta de respeto al trabajo artístico y cultural y las faltas legales y morales en las que están incurriendo, nos llevan a exigir un replanteamiento en el funcionamiento de las instituciones culturales que casi en un año no resolvieron las dificultades administrativas, la burocracia y los proveedores a través de los cuales se hacen los pagos a los trabajadores escénicos.

La jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, convocó a un diálogo entre los representantes de la comunidad artística que se manifestaron en el Zócalo, la Secretaría de Finanzas y el secretario de Cultura, Alfonso Suárez del Real, quien expresó, “se me cae la cara de vergüenza” (aunque en todo un año no haya resuelto las formas de pagar bien, a tiempo y eficientemente), a lo que una actriz le increpó “y a mí se me cae la cara de vergüenza con mi casero por no poder pagarle la renta en varios meses”.

La secretaria de Cultura, Alejandra Fraustro, no ha dado respuesta a ninguno de los reclamos y siguen adeudándole a trabajadores de la cultura, promotores y diversos artistas que participaron en programas como Cultura Comunitaria y talleres. Se desconoce el plan cultural del sexenio que indique a dónde quieren llegar, cuáles son las políticas a desarrollar y cuál es el estado que guarda la República de la Cultura. Parece que las decisiones son improvisadas y muy cuestionables, como es dedicarle 12% del presupuesto total a la cultura de 2020 al Proyecto de los Pinos en el Bosque de Chapultepec y no haya atención a las condiciones de trabajo ni los replanteamientos requeridos desde el inicio del año.

Resulta indignante cómo se ignora la voz de los artistas o cómo se les convoca al diálogo y se archiva todo lo vertido en mesas diversas y múltiples foros. Tal es el caso del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), fondo significativo en los presupuestos nacionales y que requiere de una significativa y necesaria reestructuración.

En las mesas de trabajo que se realizaron a finales de marzo se vertieron propuestas de la comunidad cultural para realizar un replanteamiento de este fondo y resolver la descentralización, la democratización y la equidad de género. Quedaron a la vista los beneficios constantes a una élite favorecida por el Fonca a lo largo de los años y los mecanismos que lo permiten. Se propuso la revisión de las convocatorias, de la conformación de los jurados y los candados para dar oportunidad a un sector más amplio de la comunidad a dichas becas, ya que como están actualmente una persona puede ser beneficiada por dos, tres y hasta cuatro programas (concentración antidemocrática para unos cuantos), el sistema de retribución social no está optimizado y la cuota de género no se ha implementado.

Este texto se publicó el 29 de diciembre de 2019 en la edición 2252 de la revista Proceso

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